martes, 19 de enero de 2010

Le daba igual.

Llovía como nunca. Llovía como en una de esas tormentas de verano. Intensas. ¿Y qué más daba? Qué más le daba que lloviera, que hiciese sol. Qué más le daba quedarse en la cama o salir a la calle. Por eso decidió salir. Le daba igual la lluvia, le daba igual el frío. Salió y corrió. Corrió hasta que veía que su dolor iba queriendo salir. Corrió hasta que un río de sentimientos se desbordaba en su interior. Cuando la lluvia cesó se tiró en el suelo y, después de mucho tiempo, lloró.

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